Siempre me han gustado las vidas en las que todo puede suceder.
Autor: Nepomuk
Hace un lunes estupendo para ponerse intenso
Así que ya lo ves. Así empiezo esta semana. Empleando un post en admirar a Jon K. El valiente. El que no duda de sí mismo. El que jamás se esconde dentro de su espacio de confort, porque jamás se permite tener espacio de confort.
Ojalá fuéramos capaces de pasarnos este mundo y esta sociedad por los huevos, y educar a todos los que vengan detrás en esa misma fortaleza.
Sábados de zombies
Cada vez que entro y te veo con esos títulos azules me da un miniparrenque. A Belcebú pongo por testigo que esta semana arreglo tu plantilla con la ayuda del buen samaritano que me la ofreció. De verdad. Si me dejan los demonios de la procastinación y los hígados biopsiados.
Sí. Ando hepáticamente biopsiado y la verdad es que hoy un poco revuelto y gastroenterítico. Jon K. me ha hecho un caldo de verduras para la cena y aún estoy oliéndolo desde aquí y pensando que no me apetece nada, nada, nada. Pero lo engulliré con embudo, porque si ya dejo de comer habrá que pintarme con rotulador gordo para poder verme cuando paso. Tengo unos 14 kilos que recuperar por delante. Y no pienso dejar que pase 2017 sin que lo consiga. Esto no es un «creo que». Esto es un «voy a». Y no me permito treguas. Mi propósito de año nuevo es luchar contra mí mismo. Y ganarme.
Ayer bajé películas de zombies y las vimos desde el sofá. Era una noche guay para ver pelis de zombies desde el sofá, porque era Viernes 13 y día de clase de taekwondo, así que la niñada peligrosa se quedó frita allá hacia las 21:00h. Eso siempre augura una noche de paz. La primera que vimos era una ñordi, pero la segunda, «The girl with all the gifts» nos encantó. O nos encantó todo lo que pudimos verla, porque cuando quedaban como 45 minutos de película, Jon se me durmió encima. Ver películas con Jon encima es toda una aventura, porque vienen a ser casi 100 kilos de peso muerto sobre mi triste y parco esqueleto, así que le tosí un poco en la oreja para que se espabilara. Me dijo «perdóname, es que he tenido mucho trabajo y estoy roto. Sigue viéndola tú y me la cuentas mañana, que me estaba gustando mucho». Me dio toda la penita del mundo y me sentí malvado por haberle tosido en la oreja, así que le dije «no, no… te espero, Jon. La quitamos y ya la vemos mañana.»
Hoy la hemos puesto otra vez después de comer. Y se ha dormido encima de mí.
Amigos… el amor era esto.
Ayes
He vuelto a salir a entrenar con el equipo de rugby espartano de Jon K. No en sus ciclos completos, porque eso sería como autoaniquilarme, pero sí en el cachito de calentamiento (entiéndase aquí que lo que ellos llaman «calentamiento» viene a ser lo que tú llamas «diosmío nunca pensé que no llegaría vivo al viernes»). Ahora que me están biopsiando desde las orejas hasta las uñas por unos marcadores que han salido raros, y que me veo obligado a pasar una temporadita sin comer mis habituales delicias de bollycao relleno de patatas fritas y demás, me ha parecido que era el momento adecuado para ponerme a muscular. Eso contando con que cuando digo «muscular» y me miro en el espejo, se me escapa un poco la risa, pero bueno… Tú ya me entiendes. Llevo exactamente tres días de disciplina. Jon siempre me dice que no los cuente. Que para llevar a cabo una meta, lo primero que hay que hacer es olvidarse de sumar, y dejar que la cosa fluya de una forma natural e incontrolada.
Me gustan las cosas que fluyen incontroladamente, así que… por mí bien.
Llevo X días de entrenamiento con el equipo de rugby. Y me duelen las piernas. Desde el perineo bajo-huevos hasta el bordecito de la uña del pie. No de agujetas, no. De daño de cansancio entero y ajqueroso que no se quita ni quieto, ni en movimiento. Pero bien. Aquí estamos y aquí seguiremos (deditos de la victoria). Carry on.
Jon está pesado y cabezón con este blog y con que no debería tenerlo ni aquí, ni así. En qué hora le dije nada de la plantilla. Con tanto quererle, siempre se me olvida que es vasco, y que las ideas solo le entran para quedarse a vivir.
Esta mierda no me representa
Anoche me equivoqué y me cargué la plantilla de este blog, sin haber hecho copia de seguridad. Tuve que poner una vieja que guardaba allende los inviernos, y ponerme a modificar las cuatro tonterías chillonas que cantaban. Estuve un rato insultándome y otro después perdonándome. Había sido una jornada de trabajo-clase bastante dura y estaba cansado. No de cuerpo, de mente, que es lo realmente chungo. Así que me di a mí mismo unas palmaditas y me dije «mejor ya sigues mañana, campeón.» Ahora tengo que ver este híbrido de plantilla rara con títulos azules. Bueno. Qué le vamos a hacer. Soy inútil en 2017.
Jon tiene en febrero una reunión de exalumnos de su instituto, como las de las pelis yankees. Le localizó un antiguo compañero por facebook a través de su hermano y le dijo que iban a dar una especie de copa-homenaje de toda su promoción y que si le apetecía asistir. Se apuntó encantado, claro. Porque él es sociable y majo y no un gnomo malvado y eremita como yo. Así que le metieron en un grupo de whatsapp que se llama «cerdos voladores» (¿?) y le han tenido dos semanas todo ilusionado recordando gente sin nombre. «¡Anda, Palamós! ¡qué majo el Palamós!» «¡Coño, el Menéndez! qué risa era siempre con el Menéndez…» «¡Ahivalahostia, que este va a ser el Yanguas! anda que no he corrido yo con el Yanguas…» y así to the infinity and beyond. ¿Lo mejor de todo este asunto? que le dijeron «si te has casado trae a tu mujer, que todos vamos con nuestras parejas.»
No veo el momento de entrar en ese salón. Y de ver el descolgamiento de belfo colectivo.